Capítulo 3. Dame una cita



Nos sentamos al fondo del restaurante, Libertad, en frente de mí, apoya los codos en la mesa y reposa las mejillas en los puños, mirándome sin pestañear, mientras Porfirio, que está entre las dos, pide al camarero dos cervezas, un zumo para su hija, patatas bravas y queso. Me alegra que coincida con mi gusto. Les comento que desde que llegué de Málaga no he probado la cerveza.
–¡Entonces eres boquerona! – dice él.
–De la Costa del Sol. Vosotros sois de esta tierra, ¿verdad?
Porfirio afirma con la cabeza.
–Yo no –dice ella.
–¿No eres madrileña? ¿De dónde eres?
–De un lugar de la Vìa Láctea, de cuyo nombre no quiero acordarme.
–¿De la Mancha, como el Quijote?
–No, de otro planeta, como Superman –dice Libertad y nos reímos las dos mientras el camarero sirve lo que hemos pedido. Ella prueba una patata brava y hace aspavientos a la vez que cierra y abre los ojos, y en ellos me parece ver unas membranas semitransparentes–Cómo se han pasado, en mi planeta no hacen estas cosas tan picantes ¿verdad Porfi?
–Libertad no empieces, y no me llames Porfi, un poco de respeto que soy tu padre
–¿Entonces los dos sois de Madrid? –insisto.
–Que no, Adriana, que yo soy de Absenta, un mundo que no conoces, aún no lo habéis descubierto.
Suelto una carcajada y Pofirio me sonríe tímidamente.
–¿Ah, sí? ¿Y queda muy lejos? – me río de nuevo.
–No creas, no tanto, en dimensiones siderales somos casi vecinos. En nuestro barrio Vía Láctea, hay quien prefiere guardarse los conocimientos para ellos, pero nosotros no somos así. ¿Verdad, Porfi? ¿Ves como no la asusto? –dice ella y clava la mirada en su padre que asiente con la cabeza– Por eso, voy a transmitirte un mensaje que mi padre me va a comunicar telepáticamente.
–Claro que sí, ¿en ese planeta os comunicáis por telepatía? –digo jocosa.
–Solo cuando nos parece conveniente –Libertad se toca las sienes y cierra los ojos– “No quiero que te asustes, pero debes saber que hay más mundos habitados en la galaxia. Nuestra civilización se originó en la Tierra y los humanos formáis parte de nuestra familia, sois nuestros hermanos”.
–Muy divertido, ¿has pensado en ser actriz?
–Adriana, estoy hablando en serio –dice abriendo los ojos y veo de nuevo la membrana– Podríamos manipularos, como hacen algunos, pero preferimos sugerir y no imponer nada. Las ranas tienen un tercer párpado para proteger los ojos. Pues yo tengo ese párpado”.
Veo la membrana en sus ojos, otra vez, mientras parpadea, y miro al padre muy seria, la broma está pareciéndome ya muy pesada. Él se lleva el índice a la sien.
–Tienes que perdonarla, a veces se le afloja la tuerca, y lo de los ojos es una membrana epimacular congénita. Entonces, ¿harás un hueco el viernes para venir a la presentación?
–Me encantaría.


En el restaurante suena Dame una cita. Y me besa en la cara. 


Comentarios

Entradas populares