Capítulo 9. Puentes


Me acerco a Porfirio y pego mis labios a los suyos, le beso y él cierra la boca, insisto, pero no se inmuta. Me siento triste y me da la mano.
Para mí lo fácil sería dejarme llevar, es necesario que confíes en mí, siempre me tendrás como amigo. Si no, cabe la posibilidad de que no quieras volver a verme, y que cualquier día me digas que te vas.
Nunca te dejaré –mi espalda se afloja cayendo sobre el suelo mullido. El calor de su mano traspasa mi piel y aunque no lo entiendo percibo que lo hace por mí. Veo en la pantalla del techo que el planeta rojo aumenta la velocidad– ¿Por qué ahora acelera tan rápido?
Es el momento en el que el Planeta X cruza la órbita de Plutón, la atracción del Sol es más intensa y ya solo es cuestión de meses que se produzca el parto. La Tierra dará a luz una nueva civilización basada en el amor y la solidaridad.
¿Nuestro mundo va a tener un hijo?
Porfirio asiente alzando las cejas.
Pero antes comenzarán los dolores del parto. Hay quien se opone a que cambien las cosas, solo están interesados en mantener sus privilegios, son los draconianos. Tienen información de lo que se avecina y tratan de ocultarlo, mientras procuran salvar la infraestructura esencial para perpetuar su sistema. Mientras, juegan al pastor mentiroso confudiendo a la gente.
Y eso, ¿cuándo ocurrirá?
El día del alumbramiento nadie lo conoce con exactitud aunque según los cálculos dentro del siglo XXI, probablemente en unos 30 ó 40 años, alrededor del 2027.
La pantalla se apaga y me quedo inmóvil.
¿Y tú como sabes tantas cosas?
La mente puede conectarse a la biblioteca universal, en la que todo está registrado como en una enciclopedia. Se hace tarde...
Pero aquí no existe el tiempo...
Una vez lo hubo...
¿Desde cuándo no hay tiempo?
Hace millones de años de la Tierra.
¡Pero entonces aún no existía el hombre!
Tenemos más cosas en común con muchos de vosotros que con mis antepasados, a pesar de que nos separen millones de años de evolución. Pero en ambas hay quien busca tender puentes y quien levantar muros.
Me siento en la gloria, seas lo que seas, creo que he tenido una gran suerte con haberte conocido, me das seguridad y paz. Entonces, ¿nuestro amor es imposible?
Porfirio apoya una mejilla en una mano y me mira fijamente a los ojos.
Te tengo en mi cabeza, de una forma que ni te imaginas, eres como una obsesión, pienso en ti a cada instante... Pero ahora tienes que volver a tu casa, a tu ambiente, a tu mundo. Vamos, ya es tarde.

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